domingo, 26 de febrero de 2017

Cosas por las que merece la pena vivir XII

José Luis López Vázquez. Porque sí. Porque nunca se llevó un Oscar (ni falta que le hacía) y es historia del cine.


Un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo.... Así se siente uno ante él.



lunes, 20 de febrero de 2017

La España gilipollas

Los españoles son gilipollas. Mucho. Lo razono.

Iñaki Urdangarín roba. Ha quedado demostrado en el juicio del caso Nóos. Pena de cárcel y multa como responsable civil por haber trincado. A su señora esposa -una tal Cristina de Borbón-, la condenan a pagar también un poquito de dinero porque se lucró (y esto es importante, señores)... SE LUCRÓ gracias a lo robado por su señor esposo. No lo digo yo. Lo dice la sentencia judicial. Quien tampoco dice nada es ella porque dice que no sabía nada. Que Dios coja confesados a los españolitos que se crean tal milonga.

Pues bien, los españoles son gilipollas porque todos aquellos que apoyan ciega e ilógicamente a la monarquía (solo en la religión y en los reyes se puede creer de esa forma), son los que van a pagar realmente el cuarto de millón de euros con que la Borbón tendrá que "resarcir" al pueblo español por haberse enriquecido ilegalmente gracias a las malas artes del delicuente de su marido.

Y lo españoles son (muy) gilipollas cuando aún así siguen prefiriendo mantener a una panda de paniaguados conocidos como la Familia Real.

Que os aproveche, gilipollas.





jueves, 16 de febrero de 2017

El tango que santifica el pecado

Lo reconozco. No tengo adjetivos calificativos. Debe ser cosa de mi exigua formación o que no me alcanza a utilizar el lenguaje de forma adecuada pero no sé qué puedo decir más para categorizar la actuación de La Porteña Tango Trío en su última visita al Teatro Moderno de Chiclana. Quizás solo puedo decir una cosa y con eso resumo todo lo que quería expresar: sigo aprendiendo de ellos. Para un neófito del tango como es uno, asistir ya a tres recitales de Alejandro Picciano, Federico Peuvrel y Matías Picciano han sido tres auténticas master class, tres zambullidas en el fastuoso y onírico mundo del tango argentino, de sus sones y sus danzas, de su lunfardo, de su carácter arrabalero en lo fundacional, de su aire portuario en lo gestante, de su ambiente prostibulario. Y que los dioses de la música me lo permitan, que nada de ofensivo hay en calificar el origen de esta manifestación artística como tal. Orgullosos tienen que estar -y lo están- en el Río de la Plata con tan humilde (y nada pecaminoso) origen.

Sigo aprendiendo de La Porteña Tango Trío. Ya me atrevo a identificar entre tango, milonga, valsecito, candombé... ¡Osado de mi! Sigo maravillado por las sinergias raciales, artísticas y culturales que confluyeron hace más de un siglo para mezclar lo negro con lo criollo, lo italiano con lo español, lo de allí con lo de acá para hacer del tango un son universal.

Y La Porteña Tango Trío busca alimentar las ascuas de esa herencia multicultural. Lo hacen condenadamente bien porque son arqueólogos de los sonidos a los que son tan afectos. La dirección musical de Alejandro Picciano sondea en esa dirección cerciorándose que el tango no se muera, que su intrahistoria siga sonando en teatros de medio mundo y que cuando se oiga la palabra tango en Vladivostok o en Chiclana sepamos amar por igual a Gardel que a Manzi, tanto a Piazzolla como al Chupita Stamponi. Unos más conocidos, otros menos, todos memorables.


Precisamente a Héctor Stamponi está dedicado el último trabajo discográfico de La Porteña. Qué me van a hablar de amor, producido por Litto Nebbia. Con la colaboración estelar de Ana Sofía Stamponi, nieta del homenajeado, no es solo la señal inequívoca del artista que lucha por defender el tango como música del mundo, si no también la prueba fehaciente de la inmensa labor investigadora que Alejandro, Fede y Matías realizan en pro de los vestigios culturales de su país. Con la ayuda de la inmensa Eugenia Giordano, nueva cantante que acompaña al trío y que encierra en su garganta una catedral vocal, un torrente de afectos y de matices que dan para que las distintas composiciones suenen poderosas, nada complacientes para el oyente y sí plenas de color, llenas de vida. Es un acierto haberse topado con Eugenia puesto que el repertorio de Stamponi alcanza nuevos bríos con esa voz que nos ha conquistado. El último café, Ventanal o ese Perdóname que nos dejó tiritando de emoción son muestras de su dominio sobre las tablas.

De lo musical poco podemos decir que no lo hayamos dicho ya. Asumía mi fracaso al principio. Ya se me acabaron los calificativos, los adjetivos, los epítetos, las glosas para La Porteña. Aquí ya pueden ustedes comprobar cómo se las gastan estos chicos. Pero tuvimos la suerte de vivir momentos únicos como esos acercamientos a Homero Manzi o a Astor Piazzolla (crudo y brutal su Libertango), que en lo musical te atenazan y se te quedan clavados en el fuero interno. Esa es la magia de La Porteña Tango Trío. Su proselitismo es tan fiero, tan audaz, tan eficaz que aunque no sepas nada de tango, te deja clavado en el asiento y si no, escuchen su Vuelvo al Sur. Espectacular.

La Porteña Tango Trío retornó al Sur. Esta vez para demostrarnos que se puede hacer aún mejor que en otras ocasiones. Espectáculo redondo que rescató al frío público y los llevó por los arrabales para darles calor, amor, humor, teatro, danza (fantásticos Amira Luna y Damián Roezgas) y tango. Felicidades por ello y hasta la próxima. Sepan que les estaremos esperando.



Lorca, el homófobo

Un poquito de sensacionalismo en el título de la entrada y lo explico...

Lorca homenajea a Walt Whitman en Poeta en Nueva York (escrito entre 1929 y 1930, pero publicado en México en 1940). El poeta de la libertad ensalzado por su más distinguido seguidor en el panorama literario español. En Oda a Walt Whitman, Lorca pone en una esfera superior el "amor puro" del ser humano sin distinciones sexuales, sin necesidad de categorizar al hombre en tendencias afectivas o sentimentales. Lorca habla de lo sucio de los "maricas" frente a la posición libérrima que frente al amor posee la persona y la obra de Whitman.

Puede parecer homófoba la posición del poeta granadino pero hay que contextualizar su publicación en una época (los terribles años 30) y en un país (la terrible España pre Guerra Civil) donde ser "marica" no era precisamente plato de buen gusto. Y además, qué cojones, ser "marica" está hoy sobrevalorado. Yo soy marica y no quiero compartirlo con el mundo porque al mundo le da igual con quién folle. No quiero hacer proselitismo. Quiero ser yo. Simplemente yo. Así que si por eso soy homófobo, lo soy.

Por cierto, he aquí la Oda a Walt Whitman.

Por el East River y el Bronx
los muchachos cantaban enseñando sus cinturas,
con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas
y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.

Pero ninguno se dormía,
ninguno quería ser el río,
ninguno amaba las hojas grandes,
ninguno la lengua azul de la playa.

Por el East River y el Queensborough
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión
y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados
manadas de bisontes empujadas por el viento.

Pero ninguno se detenía,
ninguno quería ser nube,
ninguno buscaba los helechos
ni la rueda amarilla del tamboril.

Cuando la luna salga
las poleas rodarán para tumbar el cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan.

Nueva York de cieno,
Nueva York de alambres y de muerte.
¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?
¿Qué voz perfecta dirá las verdades del trigo?
¿Quién el sueño terrible de sus anémonas manchadas?

Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.
Ni un solo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.

Ni un sólo momento, Adán de sangre, macho,
hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman,
porque por las azoteas,
agrupados en los bares,
saliendo en racimos de las alcantarillas,
temblando entre las piernas de los chauffeurs
o girando en las plataformas del ajenjo,
los maricas, Walt Whitman, te soñaban.

¡También ese! ¡También! Y se despeñan
sobre tu barba luminosa y casta,
rubios del norte, negros de la arena,
muchedumbres de gritos y ademanes,
como gatos y como las serpientes,
los maricas, Walt Whitman, los maricas
turbios de lágrimas, carne para fusta,
bota o mordisco de los domadores.

¡También ése! ¡También! Dedos teñidos
apuntan a la orilla de tu sueño
cuando el amigo come tu manzana
con un leve sabor de gasolina
y el sol canta por los ombligos
de los muchachos que juegan bajo los puentes.

Pero tú no buscabas los ojos arañados,
ni el pantano oscurísimo donde sumergen a los niños,
ni la saliva helada,
ni las curvas heridas como panza de sapo
que llevan los maricas en coches y terrazas
mientras la luna los azota por las esquinas del terror.

Tú buscabas un desnudo que fuera como un río,
toro y sueño que junte la rueda con el alga,
padre de tu agonía, camelia de tu muerte,
y gimiera en las llamas de tu ecuador oculto.

Porque es justo que el hombre no busque su deleite
en la selva de sangre de la mañana próxima.
El cielo tiene playas donde evitar la vida
y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.

Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño.
Éste es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.

Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo
por vena de coral o celeste desnudo.
Mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.

Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whítman,
contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada,
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero,
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la prostitución,
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en silencio.
Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades,
de carne tumefacta y pensamiento inmundo,
madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño
del Amor que reparte coronas de alegría.

Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de la Habana,
Jotos de Méjico,
Sarasas de Cádiz,
Ápios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Floras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.

¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!
Esclavos de la mujer, perras de sus tocadores,
abiertos en las plazas con fiebre de abanico
o emboscadas en yertos paisajes de cicuta.

¡No haya cuartel! La muerte
mana de vuestros ojos
y agrupa flores grises en la orilla del cieno.
¡No haya cuartel! ¡Alerta!
Que los confundidos, los puros,
los clásicos, los señalados, los suplicantes
os cierren las puertas de la bacanal.

Y tú, bello Walt Whitman, duerme a orillas del Hudson
con la barba hacia el polo y las manos abiertas.
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.
Duerme, no queda nada.
Una danza de muros agita las praderas
y América se anega de máquinas y llanto.
Quiero que el aire fuerte de la noche más honda
quite flores y letras del arco donde duermes
y un niño negro anuncie a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.






martes, 14 de febrero de 2017

En primera persona (II): Álvaro Urquijo sin secretos

La entrevista se hizo en septiembre de 2016 justo antes de la participación de Los Secretos en el Gibraltar Music Festival, pero lo que dice Álvaro Urquijo en esta entrevista y cómo lo dice, siempre es para volver a echarle un ojo... o una oída. La versión en texto la tenéis aquí.





viernes, 10 de febrero de 2017

En primera persona (I): El tango de La Porteña

Nueva serie comenzamos hoy. Bajo el epígrafe En primera persona (título de un programa de televisión de entrevistas que entre 206 y 2007 tuve en la extinta Chiclana TV), voy a subir los audios de algunas entrevistas que vaya haciendo con personajes de muy distinto pelaje. Empezamos con tango. Empezamos con Alejandro Picciano, director musical de La Porteña Tango Trío, unos argentinos madrileños con alma de arrabal y corazón latino. Vienen a Chiclana a tocar por segunda vez y son ya casi de la familia. Espero que les guste...





jueves, 9 de febrero de 2017

Groove!

El maestro Jimmy Smith a los teclados. A la batería, el gran Art Taylor. James Brown poniendo el original.







martes, 7 de febrero de 2017

Virtudes teatrales

Fe. Esperanza. Caridad. Virtudes teologales. Para quien no esté muy ducho en cuestiones religiosas lo explico. Durante siglos la Iglesia Católica como único motor asistencial que existía, desplegó esta teoría para atender a los sectores más desfavorecidos trazando un detallado plan basado en una simple ecuación/transacción: el asistido se compromete a “creer”, mientras que el asistente le ayuda. Tú crees en la esperanza de que la caridad te ayudará. Así de simple.

(Foto: @zuhmalheur)

Con el teatro hay veces en que hay que demostrar profesión de fe. Asistes a espectáculos con la vana ilusión de que te van a aportar algo y... no. Por el contrario, cuando no hay alharacas de por medio, cuando la esperanza es simple y llanamente la de ver una buena obra, con buenas interpretaciones, una dirección de garantías y unas cuantas risas, pues solo te queda, no por caridad sino por justicia, ofrecer tu aplauso.

Y Labaranda Teatro consiguió eso precisamente con su representación de Y después de los polvorones, ¿qué? original de Mari Carmen Navarro con dirección de Gari León. La compañía gaditana convirtió La Estación del Té (lugar que se está convirtiendo en centro cultural sustituyendo a nuestro tristemente cerrado en sábados Teatro Moderno), en el escenario sentimental de las pequeñas historias, de las vívidas miserias, de las mundanas alegrías de tres jubiladas, de tres mujeres con el peso de sus historias a la espalda. De tres heroínas llamadas, muy acertadamente, Fe, Esperanza y Caridad. Tres mujeres virtuosas.

Lo que parece comedia lo es y no. La risa como arma y como medicina ante las miradas trabajadas y las vidas puestas al servicio del otro. El espejo de tantas y tantas mujeres. De innumerables luchadoras, de tantas madres y abuelas que no dudaron en servir a los demás sin pedir nada a cambio. Lo triste es que muchas de ellas acabaran hastiadas de esas vidas de postergación, de olvido, de secundarias cuando ellas eran las protagonistas. Sí, estábamos ante una comedia pero fíjense en lo serio que es a veces poner la sonrisa en los rostros de los demás. El drama supuraba en las historias de esas tres mujeres que dieron tanto que ni siquiera les importaba cambiar el chip para terminar con un público entregado y sonriente. Eso es mérito de todo el equipo. De un texto con mucha carga de profundidad aunque se disfrace de libreto ligero, de unas actrices muy metidas en sus papeles y de una dirección que sabe captar los matices ideológicos del material de partida. Así, no nos extraña que Labaranda se recorra nuestra geografía desafiando a este ingrato panorama cultural que nos azota.



domingo, 5 de febrero de 2017

Super Bowl!

No me gusta el fútbol americano y etimológicamente no debería llamarse fútbol cuando apenas se usan los pies. Pero cuando Al Pacino se pone con este discurso, estoy por aplaudir hasta a Lady Gaga que creo que canta hoy en la final de la Super Bowl...





viernes, 3 de febrero de 2017

El día que la música murió



Fue un 3 de febrero de 1959. En un accidente aéreo murieron The Big Bopper, Ritchie Valens y Buddy Holly. Los periódicos llamaron a esa fatídica jornada El día que la música murió.



A long long time ago
I can still remember how
That music used to make me smile
And I knew if I had my chance
That I could make those people dance
And maybe they'd be happy for a while

But February made me shiver
With every paper I'd deliver
Bad news on the doorstep
I couldn't take one more step

I can't remember if I cried
When I read about his widowed bride
Something touched me deep inside
The day the music died
So

Bye, bye Miss American Pie
Drove my Chevy to the levee but the levee was dry
And them good ole boys were drinking whiskey and rye
Singin' this'll be the day that I die
This'll be the day that I die

Did you write the book of love
And do you have faith in God above
If the Bible tells you so?
Do you believe in rock and roll?
Can music save your mortal soul?
And can you teach me how to dance real slow?

Well, I know that you're in love with him
'Cause I saw you dancin' in the gym
You both kicked off your shoes
Man, I dig those rhythm and blues

I was a lonely teenage broncin' buck
With a pink carnation and a pickup truck
But I knew I was out of luck
The day the music died
I started singin'

Bye, bye Miss American Pie
Drove my Chevy to the levee but the levee was dry
And them good ole boys were drinking whiskey and rye
Singin' this'll be the day that I die
This'll be the day that I die

Now, for ten years we've been on our own
And moss grows fat on a rolling stone
But, that's not how it used to be

When the jester sang for the king and queen
In a coat he borrowed from James Dean
And a voice that came from you and me

Oh and while the king was looking down
The jester stole his thorny crown
The courtroom was adjourned
No verdict was returned

And while Lennon read a book on Marx
The quartet practiced in the park
And we sang dirges in the dark
The day the music died
We were singin'

Bye, bye Miss American Pie
Drove my Chevy to the levee but the levee was dry
Them good ole boys were drinking whiskey and rye
And singin' this'll be the day that I die
This'll be the day that I die

Helter skelter in a summer swelter
The birds flew off with a fallout shelter
Eight miles high and falling fast

It landed foul on the grass
The players tried for a forward pass
With the jester on the sidelines in a cast

Now the half-time air was sweet perfume
While sergeants played a marching tune
We all got up to dance
Oh, but we never got the chance

'Cause the players tried to take the field
The marching band refused to yield
Do you recall what was revealed
The day the music died?
We started singin'

Bye, bye Miss American Pie
Drove my Chevy to the levee but the levee was dry
Them good ole boys were drinking whiskey and rye
And singin' this'll be the day that I die
This'll be the day that I die

Oh, and there we were all in one place
A generation lost in space
With no time left to start again

So come on Jack be nimble, Jack be quick
Jack Flash sat on a candlestick
'Cause fire is the devil's only friend

Oh and as I watched him on the stage
My hands were clenched in fists of rage
No angel born in Hell
Could break that Satan's spell

And as the flames climbed high into the night
To light the sacrificial rite
I saw Satan laughing with delight
The day the music died
He was singin'

Bye, bye Miss American Pie
Drove my Chevy to the levee but the levee was dry
Them good ole boys were drinking whiskey and rye
Singin' this'll be the day that I die
This'll be the day that I die

I met a girl who sang the blues
And I asked her for some happy news
But she just smiled and turned away

I went down to the sacred store
Where I'd heard the music years before
But the man there said the music wouldn't play

And in the streets the children screamed
The lovers cried, and the poets dreamed
But not a word was spoken
The church bells all were broken

And the three men I admire most
The Father, Son, and the Holy Ghost
They caught the last train for the coast
The day the music died
And they were singing

Bye, bye Miss American Pie
Drove my Chevy to the levee but the levee was dry
And them good ole boys were drinking whiskey and rye
Singin' this'll be the day that I die
This'll be the day that I die

They were singing
Bye, bye Miss American Pie
Drove my Chevy to the levee but the levee was dry
Them good ole boys were drinking whiskey and rye
Singin' this'll be the day that I die...

American Pie. Don McLean.



jueves, 2 de febrero de 2017

Él es Espartaco

Espartaco y Van Gogh y el coronel Dax y Einar el vikingo y Doc Holliday y Ned Land y Jonathan Shields (de Cautivos del mal) y Chuck Tatum (de El gran carnaval),,,

No se ha muerto, pero antes de que eso pase -y espero que aún pase algún tiempo-, hay que acordarse del gran Kirk Douglas, el último grande del cine clásico que con 100 años aún anda dando guerra. Postrarnos ante él como uno de los grandes mitos de la cultura popular del último siglo. Rendirnos ante un tipo inquieto, perseguidor de sueños (solo él y Kubrick saben lo que costó sacar adelante Espartaco). Vaya aquí mi pequeño homenaje. Y quien no haya disfrutado sus películas es que está perdiendo clamorosamente el tiempo. Así que ale, ya tardáis.

Douglas en Espartaco (1960).