Puede que os importe una mierda, pero os voy a contar cómo ha sido mi domingo...
Me levanté pronto para ser fin de semana y lo primero que hice fue ducharme y leer las noticias locales en un periódico de tirada provincial. Allí supe -gracias a un publirreportaje supongo que bien pagado por quien manda en esta ciudad-, que un festival veraniego donde vienen algunos artistas interesantes (otros son unos bodrios impresentables), costará al Consistorio "solo" 121.000 euros. Pensé que ya no podré pasear con turistas y chiclaneros por el poblado contando su Historia y haciendo un poquito de memoria, que falta nos hace. También vi un faldón de publicidad turística del pueblo y pensé que quizás el Ayuntamiento debería gastarse ese dinero en periódicos como El País, Liberation, The Guardian o el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Total, los que vivimos aquí, ya sabemos que Chiclana tiene sus encantos. Pero es que yo no entiende de cosas turísticas y menos, de gobernar una ciudad.
Luego cogí el coche y junto a mi compañero, nos fuimos a visitar ciertos enclaves de la provincia. Probamos la manteca colorá con higadito en la Venta La Arenosa de San José del Valle y disfrutamos de la belleza del interior de Cádiz entre nieblas mientras nos encaminábamos a Ubrique. Casi al final del trayecto, un susto: un grupo de ciclistas que no iban en fila india, yo que trato de adelantarlos y un coche a velocidad desorbitada por el otro carril. ¿El culpable? Sí, lo han adivinado: yo. Al parecer soy demasiado torpe para comprender que no me vale con respetar a los ciclistas y observar las normas de circulación. También tengo que hacer lo que a los demás les salga de la polla.
Con el susto aún en el cuerpo, llegamos a Ubrique y buscamos la Oficina de Turismo. Sí, sí. Está abierta en domingo. Al parecer, en este pueblo serrano interesa tener más la oficina atendida que irse a Fitur. Allí nos informaron de forma muy amable de los puntos de interés y echando un poco de valor para acometer las cuestas, paseamos por las angostas calles del casco histórico. Gran ambiente, cantidad de terrazas y muchísima gente. Da gusto. Comimos en un buen sitio. Cosas sanas pero nos pusimos hasta las patas. También nos sorprendió que en Ubrique ponían todas las semanas una peli de cine clásico, como El fantasma y la señora Muir. Gratis. En pantalla grande. Qué suerte tienen los ubriqueños. Otro paseíto y para casa, previo paso por Jerez para un café y comprobar que a pesar del "aterrador" frío y de que era domingo, los lugareños estaban en la calle.
De vuelta al hogar, disfrutamos de canciones alienígenas mientras que la ermita de Santa Ana vista desde lejos nos informaba que volvíamos a Chiclana.
Y eso es todo. Gracias por la atención pero es que solo quería tener algo que contar.
La luna pervierte sentidos y sentimientos. Su luz reflejada nos alumbra en tiempos de zozobra y su misterio forma parte de la misma esencia del ser humano. Nos apasiona, nos seduce, nos condiciona. Seguimos sus evoluciones, nos chiflan sus eclipses y sus fenómenos extraños como cuando se convierte en esa luna de sangre que los habitantes de antaño creían presagio de desgracias. Pero hoy nos hemos vuelto un tanto deshumanizados y las desgracias vienen (a veces) de la mano de esos inventos infernales que todos usamos a diario: redes sociales, aplicaciones móviles, chats... El homo sapiens reducido a su mínima expresión: el homo movilis.
Unos amigos quedan para cenar y para hacer más atractiva la velada deciden leer todo lo que pase por sus móviles esa noche. Y claro, comienzan a ponerse en evidencia uno tras otros. Las vergüenzas quedan expuestas, los engaños fluyen, la mentira campa a sus anchas. El amor se queda en resquemor. Todo se rompe. Esa es la última propuesta de Álex de la Iglesia como director. Partiendo de la base de la película italiana Perfetti sconosciuti, de la que esta es remake, el director vasco apoyado en un vibrante guión escrito a medias con Jorge Gerricaechevarría, orquesta una función nada estomagante, alejada de excesos y muy centrada en diseccionar el comportamiento humano, ese modo de actuar que hace que un simple desencadene una concatenación de acontecimientos que no estaban previstos. La película se sustenta sobre sus siete intérpretes principales -menudo ramillete en torno a este proyecto-, que descargan toda su visceralidad con una facilidad pasmosa. Eso sí, el guión otorga el perfecto equilibrio a las actuaciones, por cuanto los lleva por un sendero bien calculado y que no invita a las prisas a la hora de resolver el conflicto. Eso es lo que más valoramos de una propuesta, la segunda de Álex de la Iglesia en 2017 tras El bar, que no es nada complaciente con el público puesto que lo somete a un juego de espejos en el que prácticamente todos salimos perdiendo.
El clima que se respira en la acción se va volviendo cada vez más enrarecido, las situaciones se van tensando, las caras van cambiando, los personajes nos van cayendo cada vez peor (aunque desde el principio ninguno es para amarlo) y la mala baba y la bilis van drenando hasta llegar a un clímax en el que la luna roja avizora cual deus ex machina los devaneos de unos personajes que llegan al límite. Es ahí donde el guión y la dirección nos dejan en un cliffhanger ante el que se abren varias alternativas. Álex de la Iglesia lo resuelve explorando una vía en la que los personajes quedan expuestos a sus miedos, en la que tienen que tomar decisiones como por ejemplo la de saber si quieren quedar como amigos o como los perfectos desconocidos puede llegar a ofrecernos este mundo tan excesivamente tecnificado. Pero tenemos algo por lo que alegrarnos. Esta película ha hecho que muchos se reconcilien con un Álex de la Iglesia que se aleja de propuestas más barrocas para convertirse en uno de los mejores directores de actores del cine español (algo que ya sabíamos pero que aquí afianzamos). Y ahí, la luna de sangre no tiene nada que ver.
Permanece a mi lado cuando se apague mi luz y la sangre se arrastre; y mis nervios se alteren con punzadas dolientes, y el corazón enfermo, y las ruedas del ser giren lentamente. Permanece a mi lado cuando a mi frágil cuerpo lo atormenten dolores y alcance la verdad, y el tiempo maníaco siga esparciendo el polvo, y la vida furiosa siga arrojando llamas. Permanece a mi lado y cuando vaya apagándome puedas señalarme el final de mi lucha, y el atardecer de los días eternos, en el bajo y oscuro borde de la vida…
In Memoriam A.H.H. (1850) de Alfred Tennyson (poema dedicado a un amigo que tardó en concluir la friolera de 17 años. Ahí es ná, Alfred).
"Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez...".
Proclama insurreccional de la Junta Tuitiva en la ciudad de La Paz (Bolivia) el 16 de julio de 1809. Citado por Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina.
La Fuerza es intensa en todos, hermanos. Cada mes de diciembre nos encaminamos hacia ese templo sagrado llamado cine para depositar nuestros créditos galácticos en manos de unos taquilleros que nos otorgan el pase hacia una nave que nos llevará a galaxias lejanas en tiempos pasados. Un universo donde el mal se yergue, nos persigue, nos ataca y ante el que tenemos que hincar la rodilla por mucho que usemos la hipervelocidad para tratar de escapar. Es la Fuerza quien nos obliga cada año a repetir el mismo ritual. Lo hemos hecho este año y lo seguiremos haciendo en lo sucesivo. Así es la brutal maquinaria dictatorial... y lo aceptamos porque es el imperativo de la Fuerza.
Este año, esa energía que lo rodea todo, que nos crea y nos une, nos llevó a ver la octava entrega de la saga creada hace cuarenta años por George Lucas. La continuación de El despertar de la Fuerza, una película que se quedó a medias, aunque funcionaba a la perfección como enganche para nuevas generaciones de fanáticos a Star Wars y como buen entretenimiento. Bajo los mandos de Rian Johnson, Los últimos jedi debía ser el episodio que aposentara los fundamentos ideológicos de esta nueva trilogía (apenas esbozados en la entrega de J.J. Abrams) y ha llegado más allá de lo que se podía sospechar en un primer momento. Star Wars Episodio VIII: Los últimos jedi funciona como película a varios niveles. Como mera película de acción-espectáculo, es un vehículo eficaz. Escenas perfectamente sincronizadas y con un ritmo que sin ser endiablado, marca un nuevo presente en cómo afrontarlas (más allá del academicismo de Lucas o del frenesí de Abrams se acerca más a la magnificencia de Kershner en el Episodio V). Son momentos de acción absoluta pero que dejan hueco a un desarrollo narrativo que obviando algunas lagunas (algo se tiene que escapar en esta galaxia tan vasta en personajes e historias), es la perfecta conexión entre el inicio de un conflicto y su presumible resolución final en el Episodio IX que esperamos ya para 2019. Funciona también como alimentador de la mítica y la mística de la saga, puesto que sin ser para nada originales en temas a tratar, sí que sabe desenvolverse como producto autónomo frente a las "maquinaciones" de Disney y los juegos infantiles de Lucas en la anterior trilogía. Sabe ser equidistante de ambos puntos y Johnson deja su seña de identidad en lo rodado. Conjuga de buena manera grandes planos con fotografía limpia, bella, simbólica (referentes a la primera terna de filmes), con imágenes más sucias, encuadres más barrocos y un dominio visual que echábamos de menos desde los tiempos de El Imperio contraataca.
Por otra parte, Los últimos jedi es un ejemplo idóneo de desarrollo de personajes, simbolizado perfectamente en cómo está trazado el personaje de Kylo Ren. Adam Driver sabe sacudirse las críticas (totalmente justificadas) que acarreó su presentación en El despertar de la Fuerza para asumir un papel de matices mucho más elaborados, con más enjundia y escarbando en la dualidad de un personaje en constante conflicto. Oscar Isaac ha podido también dar mayor hondura a su Poe Dameron. Sabemos que tenemos ahí a un héroe, aunque también tenga momentos de duda. El resto de la plana mayor de protagonistas sabe sacar partido a sus papeles y prepararlos para el episodio final.
La duda... Los últimos jedi es la película que no deseaban ver los más fanáticos de Star Wars porque les plantea dudas. Quizás es que aquellos acérrimos seguidores querían algo más masticado, algo más lineal, pero Rian Johnson ha querido arriesgar y probablemente algunos no se lo perdonen. Nosotros se lo aplaudimos porque con los mismos mimbres, ha sabido contar la misma historia de forma distinta usando todos los recursos a su alcance. Y nos ha tenido en vilo durante toda la narración sin saber salir de la duda. ¿Dónde está el límite de la maldad? ¿Por dónde transitan los personajes? ¿Lado Luminoso de la Fuerza o el Reverso Tenebroso? El miedo atenaza las decisiones, los errores se cometen uno tras otro y llegamos al final casi por puro milagro habiendo presenciado la historia de una derrota, porque eso es lo que nos lega esta película: la escoria rebelde ha sido diezmada, casi aniquilada, prácticamente derrotada. La película de Johnson tampoco escatima esfuerzos en hablarnos de la Fuerza tal y como se presentaba en las películas originales. Pura filosofía, pura idea. Nada de experimentos irrisorios a cuenta de midiclorianos. Eso hace que nos alejemos de lo risible y confiemos en la mitología original: monjes-guerreros, mística, lucha del bien contra el mal, sufrimiento... Todo lo que Yoda nos enseñó. Pero no podemos olvidar que en Los últimos jedi hay tragedia, hay drama, aunque esta saga sabe también intercalar esto con sus pizcas de humor que son siempre de agradecer. Encontramos indicios de grandes hallazgos en esta entrega, como el personaje de Benicio del Toro, y otros elementos que quedan ensombrecidos o gafados (un pasaje central en un casino que apenas tiene sentido, sino como mero espectáculo de una escena que se podría haber reducido) o algún personaje que queda desdibujado aunque en el Episodio VII insinuara algo más. Sin embargo nos queda la sensación de buena película, buen espectáculo y fantástica continuadora de la trilogía original (con referencias constantes).
Nos hemos acercado de forma desapasionada a la nueva entrega de Star Wars. Suponemos que es lo mismo que ha querido Rian Johnson a la hora de filmarla. De haberlo hecho de otra forma (como seguidor o como mero servidor de los intereses de Disney), hubiera claudicado. Pero en cambio, ha reformulado una saga que corría el riesgo de convertirse en un juguete sin sentido y sin interés y a cambio nos ha hecho reafirmarnos en nuestra fe.
Por Malcolm Reynolds, por Inara, por Jayne, por Kaylee, por Whas y por Zoë, por el pastor, el médico y su hermana inquietante. Por Joss Whedon y todos los que hicieron posible Firefly, una serie que se hizo demasiado corta...
Ah, y para Sheldon Cooper, la mejor serie de la tele.
Nunca dejaréis de agradecerme que os ilustre de esta manera...
Disco Ibiza loco mia Moda Ibiza loco mia Loco Ibiza loco mia Sexo Ibiza loco mia Mar Ibiza loco mia Sol Ibiza loco mia Marcha Ibiza loco mia Crazy Ibiza loco mia Loco mia keeps your body movin' Get up on the groove Get into the mood ger it Loco mia keeps your body movin' Abanicos will be groovin' till they see you Gettin' it Loco mia keeps your body movin' Ain't nothing to it let your body do it Ahhh Loco mia keeps your body movin' Don't you ever let nobody tell ya You can't get down Locomia, loco mia Locomia, loco mia Disco Ibiza loco mia Moda Ibiza loco mia Loco Ibiza loco mia Sexo Ibiza loco mia Mar Ibiza loco mia Get up loco mia Crazy Ibiza loco mia Marcha Ibiza loco mia Loco mia keeps your body movin' Ain't nothing to it let your body do it Gettin' it Loco mia keeps your body movin' Abanicos will be groovin' till they see you You can't get down Loco mia, loco mia Abanico loco mia Gettin' it Don't you ever let nobody Abanico loco mia Loco mia, Abanico loco mia Loco mia Get up on the groove Abanico loco mia Abanico loco mia Get up get up Get up on the groove Loco ma keeps your body movin' Loco ma keeps your body movin' Abanicos will be groovin' till They see you You can't get down Loco mia Abanico loco mia Loco mia Abanico will be groovin'
"El teatro no es la diversión, ni la vanidad. El teatro es trabajo duro y sacrificio, es ponerse el traje usado que otro dejó, es trabajar a veces y a veces no. Es un trabajo de hambre".
Muchos análisis sesudos después de las elecciones catalanes pero no he escuchado a nadie diciéndole a Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de este país, que se ha equivocado...
Ha perdido el envite. No solo ha hecho que su partido, el PP, haya cosechado los peores resultados de su historia en Catalunya, sino que para más inri, ha perdido la partida. Ahora de nuevo el balón está en el tejado independentista y ellos van a forzar la situación una vez más. Saben que han salido reforzados de una convocatoria electoral erróneamente planificada y llevada a cabo por Rajoy y los suyos. Me pregunto si entre los centenares de asesores y consejeros que tendrá el presidente a su alrededor, nadie le advirtió...
-Señor presidente, disculpe. -SSSShí, dígame... -Verá, a pesar que la vicepresidenta diga que usted ha descabezado el independentismo... -Ssssshí, he sido yo. -Ya bueno, pero es que a pesar de que Soraya haya dicho eso, creo que el independentismo sigue vivito y coleando. Es más, creo que se ha equivocado usted convocando para el 21 de diciembre las elecciones. Debería haberlas retrasado a lo más tardar. -Y essssho, ¿por qué? -El pueblo catalán se dará cuenta que con el 155 no se ha eliminado la autonomía, que todo sigue igual, que las empresas no siguen huyendo y conforme avance el tiempo, el apoyo a los que quieren la independencia irá cayendo por mero aburrimiento e inacción de sus líderes. -Ah, pues no lo había penssshado de esa manera. -Ya... y, ¿qué va a hacer? -Dejar que las cosas sigan tal y como siguen, porque como sigan por otro camino, no seguirán por donde tienen que seguir. -Señor presidente... -¿Qué? ¿Quién es ussshted? -Ehm... déjelo.
Pues bien. Aunque esto sea una ficción, les aseguro que más o menos en un 75 por ciento, esa conversación tuvo lugar en La Moncloa hace no muchas semanas. Y mientras tanto, un montón de periodistas licenciados preguntándose por qué el independentismo ha vuelto a ganar en escaños.